Monday, October 30, 2006

La verdad sobre perros y gatos (Michael Lehmann,1996)


En la Luanda de Kapuzinsky los perros vivían bien y los gatos mal. Treinta años después las cosas han cambiado. Los perros viven mal y los gatos, simplemente, ya no viven. Salvo por Braulio y su novia, que viven en la felicidad del amor, no he visto en mi vida ojos más tristes, pieles más abiertas ni carnes menos magras. Tirados al abandono, estos perros solo se levantan si se acuerdan de que están vivos. No se rascan para sacudirse las pulgas porque tendrían que arrancarse hasta la propia alma. No ladran ni gruñen ni copulan. Vegetan por la noche para amanecer en el mismo sitio cada día. Es como si ya hubiesen elegido dónde quieren ser enterrados y, sin moverse del lugar, divagasen horas y años sobre cuál sería el panegírico más oportuno. Los gatos son más pragmáticos, mueren y punto. En la esquina del mercado, debajo de un coche o flotando en un charco, cualquier sitio les parece bien para diñarla. El pelo mojado y sucio se le pega al cuerpo para imitar a una liebre. Yo, por si acaso, comeré pollo esta semana.

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