Baobab

Me gusta la forma de los baobabs. Por alguna extraña razón la naturaleza dota a las plantas de sentimientos humanos. La rabia del zarzal, el etéreo encanto de las mimosas, el secretismo de las trufas. Cuando algún dios africano creó el baobab debío de tener un pensamiento tranquilo, casi un bostezo. Los encuentras desparramados por el paisaje, con una graciosa forma de botella. Desconozco cuanto viven, cuan grande son sus raices o que pájaros en ellos anidan, pero me gustan los baobabs. Si pudiesen hablar dirían: mataos hijos de puta, mataos, que vuestra sangre saciará mi sed y vuestros cuerpos mi hambre, vi a vuestros abuelos y veré a vuestros nietos. Pueblo de áfrica, pueblo de baobabs.