Thursday, January 04, 2007

Grandes cementerios bajo... el sol.


El post podía tener el título de la obra homónima de George Bernanos (un tostón de mucho cuidado) pero no, la luminosidad del aquel día impedía a la luna brillar. Me explico.

El día 25 continuábamos en Mussulo, una larga lengua de tierra que se encara con Luanda. Esta parte de Angola esta apenas habitada. En Mussulo viven pequeños poblados que sospecho (y espero) viven de la pesca y de trabajar en los complejos para turistas. Tras la noche anterior, nuestros cuerpos olían a alcohol y a sudar. No teníamos ni hielo para el gin ni pan para la mermelada. Así que una expedición de Machos Alpha se adentró en el inhóspito territorio.

La idea era cruzar al otro lado, a las playas de mar abierto. Los 2 kimómetros que se supone deben tardarse en recorrer 30 minutos, nos llevaron más de hora y media y para colmo nos perdimos. Andar y andar. Calor y calor. En esto que vemos unos árboles altos (ver la foto). Llamaban la atención porque en Mussulo solo hay arena, mata y palmeras. Nos dirigimos para allá, pq cuando estás perdido cualquier dirección es buena. La tierra cobraba consistencia y los pies, agradecidos, apenas tragaban arena caliente. El terreno subía y bajaba, se alzaba y descendía de manera sospechosa. Yo, que soy muy inteligente, me empecé a preguntar cómo cojones había dunas tan lejos de la playa. Dos palos atados con una guita y en forma de cruz me sacaron de mis dudas. Cuando nos dimos cuenta estábamos enmedio del cementerio casual de los angolanos de la zona. Montículos dispersos, como los haría un topo borracho de proporciones épicas. Andábamos muy lento. Teniendo en cuenta lo chapuzas que son los angolanos estaba acojonado de lo que podría encontrar. Comencé a pensar en a esos relatos del bueno de H.P. Lovecraft con tumbas sin nombres, carne humeante y sonrisas eternas. En ese momento la sandalia tropezó con algo y se quedó atrás. Cuando acerqué el pié para recoger vi que era, una maldita raíz!.

¿Qué pensabas? ¿Qué era un jodido fémur? Salimos pitando del sitio. Pero el yuyu y la sensación de que nos miraban me siguen persiguiendo.

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