Y-24-67

¿Dónde está la magia? Creo que me he vuelto insensible a ella. Podría pasar delante de mí y sería incapaz de sonreírle. A veces pienso que, con cierta edad, todo es más claro y a menos que queramos, nuestras almas no se dejan engañar con sueños y quimeras. No veré más magia hasta que llegue el día de mi muerte. Después de tal fecha, que espero lejana, podréis comprobar algo mágico. Podremos seguir hablando.

Si comienzas a andar en dirección opuesta a la entrada del cortijo pronto verás una charca. Deberás bordearla al tiempo que miras las oscuras aguas de los regatos. Poco después tropezarás con las chozas de las familias que cuidaban las piaras. Déjalas pronto atrás para llegar a la linde de piedra. Toma el camino apenas marcado hacia la derecha. Mira las encinas y algún perdido alcornoque. Llegarás a unas piedras grandes que bordean un pequeño curso de agua. Unas viejas encinas hacen de muralla. No te asustes y busca el pasaje junto a las piedras. El riachuelo queda y se gira en una poza cubierta por un enorme zarzal. Escucha los sonidos entre las ramas y respira el olor a menta del poleo de la orilla. Allí, cuando muera, viviré yo.